Finished
A lo largo de su carrera, el artista estadounidense Mark Rothko (1903-1970) desarrolló una complicada tarea: crear una representación de la tragedia humana a través de la pintura más abstracta que existe. Su principal objetivo: curar los males del mundo. Sus herramientas: una pasta de color que él mismo fabricaba en secreto cubriendo lienzos cada vez más grandes y creando espacios que podían absorber al espectador. Rothko siempre eludió las definiciones al declarar que no era un abstraccionista, sino un materialista. Este documental revela su camino poco convencional, uno de los más sorprendentes del arte moderno.Nacido a comienzos del siglo XX en Dvinsk, ciudad situada en la actual Letonia, Mark Rothko emigró a Portland con su familia a los 9 años para escapar de los pogromos rusos. Es el único de sus hermanos que recibió una educación judía, lo que tendrá un impacto duradero en él. Admitido en la prestigiosa pero conservadora Universidad de Yale, este brillante estudiante prefirió aprender pintura en Nueva York. Fascinado por la arquitectura de la ciudad, pinta las animadas entradas de los teatros o la soledad de los andenes del metro, con siluetas que pronto desaparecerán. Porque, tras el shock de la Segunda Guerra Mundial, Rothko renunció a lo figurativo, al igual que otros de sus compañeros de la escuela neoyorquina, con los que en ocasiones entabló amistad, como Barnett Newman, Jackson Pollock o Adolph Gottlieb. Pero esta mente matizada, con ideas de izquierda afirmadas, se negará a vivir durante cualquier catalogación. " Mi arte no es abstracto, vive y respira ", dice. Llena de color, sensualidad, drama y emoción, la pintura de Rothko se revela brillantemente en este retrato del maestro estadounidense del expresionismo abstracto.
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